Acompañado por el técnico en roca
Antonio Alegre, he tenido la oportunidad de comenzar una faceta nueva: la
escalada. Inquietud que, por otra parte, me venía produciendo ciertas
reticencias. Eso de separar los pies del suelo, no era algo que precisamente me
motivaba ni mucho ni poco, vamos, nada de nada.
En realidad controlar las
emociones y dudas que surgían a cada embate con la roca, fue un trabajo de
mentalización más que físico, claro, que me ayudó muchísimo el buen hacer de
Antonio. Profesionales así son una pasada.
Es curioso el relieve, o debería
decir, los relieves del granito. La textura se mantiene por igual en todos los
recovecos, sin embargo, los desgarros y hendiduras, aristas y placas, son de lo
más interesante e indudablemente gratificante, sobre todo cuando localizas un
huequito donde sentarte con los pies colgando al vacío. ¡Guau!
No siento el mismo entusiasmo por
la escalada como por las carreras por montaña pero, me identifico mucho con el
espíritu que la envuelve.
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